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Hoy no

En el humo de un cigarro te encontré, tal vez en el fondo de una cerveza caliente, en los versos de un ajado poema, en el susurro del viento. Compartiendo una bala, desangrando una herida, enmendando una fractura, invitándole una copa a la muerte. Allí te vi, tú no lograste verme a mi, y me fui, en medio del silencio inmortal. Y jamás supiste de mi.

Utopía

Comparte conmigo esta sensación de libertad y poder, experimenta el placer que es capaz de sentir tu cuerpo, tu mente, tu alma, haz lo que sea que tú quieras, tu cuerpo es tuyo y sólo tú lo dominas. Más allá del simple contacto físico, más allá de que no exista un vínculo sentimental, tal vez exista, tal vez nunca vaya a existir, compartamos este espacio, este instante, en el que sólo estamos tú y yo en este lugar. Este tiempo que compartimos, estos minutos, entrégate, recíbeme, sin tanta parsimonia, disfruta el placer que te otorgo, es el placer que siento, el que me haces sentir. Compartir contigo esta experiencia es magnífico, sublime, afrodisíaco, y no hace falta una propuesta, formalidades, palabras banales, ataduras sociales, quizás te vea luego, mañana, en un par de años, nunca más, pero ten presente, que en ese solo instante, fuiste lo más importante en mi vida.

A morir.

En esta dualidad de pensamientos la muerte es gris, como el humo. Muerte clara u obscura, entre gritos, en silencios. Toma el aire despacio y siente como lentamente abandona tus pulmones, respira y deja de hacerlo, una, o dos veces. Agoniza, agoniza lento junto a mi, pero no me sueltes, déjate ir entre mis piernas, perece en mi. Permíteme observar como tu alma escapa entre tus labios, mírame a los ojos mientras mueres, regálame tu ultimo suspiro. Ahora déjame encender mi cigarrillo con el calor de tu piel, yo también tengo mis formas de morir, entre gris, gris humo, entre gritos, en silencio, a tu lado, o absolutamente sola.