Abismo
Veo el abismo, fijamente; sé que él también puede verme. Sé que es así porque en algún punto yo también fui el abismo. Me deshago en llanto, ¿o es rabia? no puedo siquiera identificar el sentimiento. ¿Cómo se siente la tristeza, el dolor, la angustia? ¿Cómo se sentirá morir?
Trato de alejar los pensamientos suicidas, los desórdenes, los complejos; me resisto, pero ellos han aprendido a resistirse mejor. Veo mi cabello y me molesta, se siente bonito, suave; no lo merezco, porque siempre lo arruino, quizás sería mejor solo cortarlo. Sostengo las tijeras y pienso en que necesitaré más de un corte para que funcione, y miro mis muñecas, quizás no estoy pensando del todo en mi cabello.
Respiro, soy consciente de cada vez que inhalo y trato de no desesperarme con el ruido que me consume, que me agobia; son sonidos distantes pero que me pesan como si tuviera que cargarlos uno a uno dentro de mi cabeza; y allí ya es lo suficientemente ruidoso. Ayer tuve un gran encuentro mientras admirábamos el abismo, estábamos todas yo, o todas ellas haciéndome compañía y conversaban mientras yo trataba de escuchar lo que mi propio abismo me decía; pero no era el abismo hablando, era mi única arandela para sujetarme, y yo solo quería asirme, y ella solo soltarse. Me costó tomar la decisión de quedarme después de todo y no saltar al vacío; así como me cuesta cada mañana cepillar mi cabello y quererlo, a pesar de que me pesa mirarlo como un recuerdo de alguien que ya no encuentro.
Estoy en su búsqueda, tal y como cada noche antes de dormir; sé que estás allí; sé que estoy allí, pero no puedo alcanzarme. Quizás si rompo este pesado caparazón que solo está cansado; quizás si libero todos estos líquidos de la piel que los mantiene atrapados, quizás entonces pueda encontrarme. Y así estoy de nuevo mirando las tijeras mientras pienso que un abismo no se hizo con un solo corte, quizás necesitaré tres o cuatro hasta romper lo suficiente y obtener la libertad.
Trato de alejar los pensamientos suicidas, los desórdenes, los complejos; me resisto, pero ellos han aprendido a resistirse mejor. Veo mi cabello y me molesta, se siente bonito, suave; no lo merezco, porque siempre lo arruino, quizás sería mejor solo cortarlo. Sostengo las tijeras y pienso en que necesitaré más de un corte para que funcione, y miro mis muñecas, quizás no estoy pensando del todo en mi cabello.
Respiro, soy consciente de cada vez que inhalo y trato de no desesperarme con el ruido que me consume, que me agobia; son sonidos distantes pero que me pesan como si tuviera que cargarlos uno a uno dentro de mi cabeza; y allí ya es lo suficientemente ruidoso. Ayer tuve un gran encuentro mientras admirábamos el abismo, estábamos todas yo, o todas ellas haciéndome compañía y conversaban mientras yo trataba de escuchar lo que mi propio abismo me decía; pero no era el abismo hablando, era mi única arandela para sujetarme, y yo solo quería asirme, y ella solo soltarse. Me costó tomar la decisión de quedarme después de todo y no saltar al vacío; así como me cuesta cada mañana cepillar mi cabello y quererlo, a pesar de que me pesa mirarlo como un recuerdo de alguien que ya no encuentro.
Estoy en su búsqueda, tal y como cada noche antes de dormir; sé que estás allí; sé que estoy allí, pero no puedo alcanzarme. Quizás si rompo este pesado caparazón que solo está cansado; quizás si libero todos estos líquidos de la piel que los mantiene atrapados, quizás entonces pueda encontrarme. Y así estoy de nuevo mirando las tijeras mientras pienso que un abismo no se hizo con un solo corte, quizás necesitaré tres o cuatro hasta romper lo suficiente y obtener la libertad.
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